Salud visual: Cuidado de los ojos en invierno

14.01.2021

En los meses más fríos del año debemos tener ciertos cuidados para proteger nuestros ojos de las condiciones ambientales propiamente invernales, tanto en interiores como exteriores.

En interiores:

El frío exterior nos impulsa a pasar menos tiempo en la calle, e incluso llegamos a dedicar más horas al estudio o al trabajo. Evitaremos tener la calefacción demasiado alta, en torno a los 21ºC, pues la excesiva temperatura reseca el ambiente; si es necesario utilizaremos humidificadores para aumentar la humedad ambiental.

En el estudio o trabajo, frente a pantallas principalmente pero también ante el tradicional libro de papel, tendemos a parpadear menos y pueden aparecer molestias relacionadas con la sequedad ocular. Haremos descansos periódicos para relajar nuestra visión enfocando nuestra mirada en algún punto lejano.

Ante síntomas oculares típicos de sequedad como el picor, sensación de arenilla o cuerpo extraño en los ojos, quemazón, irritación ocular, etc. instilaremos unas gotas de lágrima artificial, preferiblemente con hialuronato sódico para aumentar la estabilidad de la superficie corneal.

En exteriores:

Una de las molestias más comunes, aunque no pasa de ahí, una mera molestia, es que las temperaturas más bajas provocan que nuestros ojos lloren.

También es posible que el frío seco y viento evaporen nuestra lágrima con mayor rapidez, provocando nuevamente los típicos síntomas de sequedad ocular. El viento también puede transportar partículas, e incluso pequeños cristalitos de hielo que "agredan" a nuestros ojos. Nuevamente la lágrima artificial será uno de nuestros mejores aliados.

En invierno son más comunes los días nublados, lo que nos puede hacer pensar que la radiación UV es menor; nada más lejos de la realidad, pues la posición más baja del sol y la capacidad de estas radiaciones de atravesar las nubes hacen que sigamos expuestos a ellas. No debemos olvidarnos de nuestras gafas de sol en esta época del año, siempre debidamente homologadas para proporcionarnos una correcta protección frente a los rayos UV.

Especial cuidado debemos tener en zonas de montaña y al practicar deportes típicamente invernales como los de nieve. En las zonas de montaña estamos más expuestos a la radiación UV por el menor espesor de la atmósfera en estas zonas y por tanto menor capacidad de filtrar las radiaciones -debemos tener en cuenta que por cada 300 m de ganancia de altitud la radiación UV aumenta en torno a un 4%-; por otro lado, las superficies nevadas reflejan entre el 80 y 90% de las radiaciones, con lo que se multiplica esa exposición al UV, además del deslumbramiento. Así, debemos tener especial cuidado en usar en estas condiciones nuestras gafas de sol, pero no unas cualesquiera, sino que prestaremos atención al filtro -categoría 3 mínimo, aunque recomendable la categoría 4- y a ser posible con protección lateral bien por medio de los típicos protectores laterales de las gafas de montaña o por la propia curvatura de las monturas para protegernos de la luz y viento.

Finalmente, de forma general, intentaremos incluir en nuestra dieta alimentos ricos en ácidos grasos y Omega 3, que ayudan a proteger nuestra retina y a combatir la sequedad ocular.