Salud visual: Vision y tercera edad

13.08.2020

Con el paso de los años nuestro sistema visual se deteriora poco a poco, al igual que le ocurre al resto de nuestro cuerpo; especialmente a partir de los sesenta años. Ese deterioro visual provoca pérdida de seguridad en uno mismo y puede llegar a ser causa de caídas, miedo a salir a la calle, falta de relación con el entorno e incluso sentimiento de aislamiento entre otros.

Por todo ello es importante hacerse una revisión visual anual, evitando el avance de enfermedades que suelen aparecer con la edad y que en ciertos casos además son asintomáticas en estadios iniciales.

También se producen cambios relacionados con el envejecimiento, más sutiles, que disminuyen nuestro confort y no son enfermedades propiamente dichas.

Entre los cambios asociados a la edad podemos encontrar:

  1. Desprendimiento de vitreo. El humor vitreo -gel que tenemos en el interior de nuestro ojo y ayuda a mantener la retina en su sitio- pierde viscosidad y se vuelve más líquido; este proceso provoca la aparición de cuerpos flotando en el vítreo que identificamos como "moscas volantes". Aunque es un proceso inocuo, la aparición de estas moscas de forma abundante y repentina, incluso acompañada de destellos de luz, puede estar indicando un desprendimiento de vítreo o un desgarro en nuestra retina.
  2. Disminución de la percepción de los colores. Los colores se vuelven menos brillantes y el contraste entre ellos es menos evidente. Esto también lo podemos apreciar cuando padecemos una catarata, aunque en este caso al ser eliminada la misma gran parte de la pérdida será recuperada.
  3. Ojo seco. Nuestro ojo produce menos cantidad de lágrima o es de peor calidad y se evapora con demasiada rapidez.
  4. Pérdida de visión periférica. Nuestro campo visual periférico disminuye aproximadamente 3° por cada década de vida, de manera que a los setenta u ochenta años podemos llegar a tener una reducción del campo periférico en torno a los 20°.
  5. Ptosis palpebral. La pérdida del tono muscular en nuestros párpados hace que estos "se caigan", llegando incluso a impedir el paso de la luz al ojo porque tapan la pupila -ventana de entrada de la luz al interior del ojo-.
  6. Reducción del tamaño pupilar. Los músculos que controlan el tamaño de la pupila pierden eficacia, haciéndose esta más pequeña y disminuyendo la sensibilidad a los cambios de luz; todo esto provoca, entre otras cosas, que necesitemos más luz para realizar tareas en cerca que a edades más tempranas y que aumente el deslumbramiento cuando pasamos de un entorno poco iluminado a otro más luminoso -como puede ser salir a la calle desde un comercio o nuestra casa-.

Entre las enfermedades asociadas a la edad podemos encontrar:

  1. Cataratas. Es la causa de ceguera reversible más frecuente; la pérdida de transparencia del cristalino dificulta e impide el paso de la luz a la retina, donde se forman las imágenes. En condiciones normales es un proceso lento y progresivo que impide que nos demos cuenta de ello hasta que están avanzadas. Una vez que son eliminadas mediante cirugía volvemos a recuperar la visión.
  2. Degeneración macular. Es una lesión retiniana causada por la acumulación de productos de deshecho en la mácula, región central de la retina donde se forman las imágenes cuando miramos a un objeto. Clínicamente suele presentarse como una disminución de la agudeza visual con deformación de los objetos, o como una mancha borrosa en el centro de nuestro campo visual. la visión periférica se mantiene.
  3. Glaucoma. Enfermedad del nervio óptico asociada habitualmente a una presión intraocular (PIO) elevada mantenida en el tiempo. Es asintomática, presentando inicialmente pérdida del campo visual periférico de la cual no somos conscientes hasta que tenemos "visión en túnel" por lo mucho que se ha reducido el campo visual. puede llegar incluso a la ceguera, y es bastante discapacitante por la inseguridad que provoca la pérdida de campo visual periférico.
  4. Retinopatía diabética. La diabetes tipo II consiste en la pérdida de eficacia por parte de nuestro cuerpo a la hora de producir insulina y metabolizar adecuadamente los azúcares que ingerimos. Es frecuente en personas con sobrepeso, antecedentes familiares o que llevan una vida sedentaria. Con el paso de los años la diabetes termina provocando daños en la retina como pueden ser escotomas, "manchas" en nuestro campo visual, formación de nuevos vasos sanguíneos que provocan hemorragias. Esta condición también es asintomática inicialmente y puede llevar a la ceguera.